De casta viene...
CULTURA
FLAMENCO
«Maestría»Jueves Flamencos. Baile_ José Galván. Elenco_ María Távora, Marta, Tamara. Cante_ Manolo Sevilla, Javier Rivero. Guitarras_
Rafael Rodríguez, Carmelo Picón y Ulrich «El Rizos».
enero de 2009
MARTA CARRASCO
José Galván tenía la espinita clavada, esa que se le queda a todos los artistas que se han machacado
escenarios y a quienes nunca los retira el tiempo sino las circunstancias. Por eso ha vuelto a los treinta
y un años de haberse quitado los botos para dedicarse el noble oficio de enseñar. Su trabajo en ese
aspecto está más que demostrado: sus propios hijos Israel y Pastora son buena prueba de ellos. Ahora
quedaba ver si, como había dicho el propio Galván, «aún me queda fondo».
Y, si tenía fondo, y ¡cuánto!
Como si fuera una parábola, José Galván nos sirvió el mejor vino al principio bailándose una farruca
que hacía años no veíamos. Fue Galván fiel a su instinto porque su farruca tuvo ese sabor de referencia
al que hay que acudir para luego poder desestructurar lo que uno quiera, que es lo que su hijo Israel
hace. Galván nos deleitó con una farruca llena de matices, silencios y brazos, tan atípica hoy, tan
original como antigua, lo que ocurre es que sólo los maestros como él se la saben y la pueden bailar.
Su segundo encuentro fue por seguiriya, reposadas y con enorme control de lo que es saber colocar en el baile los brazos, el zapateado y clavar los giros. Flamenquísimo su baile.
En el elenco tres de sus alumnas, María Távora, Marta y Tamara, que por tangos y bata de cola por cantiñas, mostraron algunas de las enseñanas del maestro con eficacia y mucha fuerza escénica.
Pero fue el final de fiesta lo que se nos clavó en la memoria porque se produjouna escena familiar insólita, la familia Galván al completo: José, sus hijos Pastora, Israel y José (el psicólogo, que le llaman);
sus nietos y su mujer Pastora de los Reyes, entre otros familiares.
Allí fue el acabose. Todos bailaron, hasta el «psicólogo» al que jaleó su madre y ¡cantó su padre! Israel volvió a demostrar porqué es inimitable y porque es genial, y José Galván al final se dió el gusto de
bailar con su nieto Jacob, hijo de Israel. Galván cumplió su sueños y el respetable que lo contemplaba seguro que también.